miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Deuda externa o deuda interna?

El gobierno nacional de los Kirchner argumenta carecer de recursos para impulsar transformaciones estructurales (sistema ferroviario, petrolera nacional, seguro de desempleo y formación, y así un largo etcétera) pero al mismo tiempo negocia en la oscuridad con el Club de París y los viejos bonistas el pago de una deuda por demás ilegítima, tomada en parte durante la última dictadura militar sin el consentimiento ni el consenso del pueblo argentino. Es la misma deuda que, adquirida para satisfacer intereses y negocios privados con la infame complicidad del sistema financiero internacional, jamás ha beneficiado al público, es decir, a la sociedad, sino todo lo contrario, y por ende no puede ser caracterizada como “pública”: como se afirma en el documental Memoria del Saqueo, es una “Deuda Odiosa”.

Se trata de miles de millones de dólares que irán a las arcas de instituciones financieras neocoloniales que quieren hacer pagar a la Argentina y a otros países dependientes la fiesta de la opulencia y la posterior debacle sufrida por la banca del denominado “primer mundo”. Las fotos sonrientes del ministro Boudou en los matutinos nacionales apenas logran disimular que el saqueo de la Nación sigue su curso, en perfecta connivencia con los años más oscuros de la historia argentina, eso sí, ahora edulcorados con el discurso "nacional y popular" y por medidas que −aun siendo pertinentes en algunos casos como la Ley de Radiodifusión− no tocan en absoluto la matriz de la catástrofe que desde hace décadas se cierne sobre el patrimonio público argentino.

Si en nuestro país hay hambre e indigencia, desnutrición y mortalidad infantil, criminalidad dentro y fuera del Estado, un proceso de empobrecimiento cultural sin precedentes, mal de chagas, falta de vivienda, de agua potable, de cloacas, un sistema de salud paupérrimo –y podríamos seguir enumerando cuestiones hasta el agotamiento− no cabe sino afirmar que el pago de la deuda externa es un crimen de lesa humanidad en tiempos de paz; un crimen que alcanza para ser catalogado como “traición a la patria”. Si el pago de la deuda externa prima sobre la ignominiosa deuda interna, sobre la deuda que el Estado nacional tiene con sus maltratados ciudadanos, eso quiere decir que el gobierno nacional pejotista pretende legitimar sus políticas en los centros neurálgicos del poder mundial y no en el mandato y en la soberanía populares, es decir, en el pueblo, que en toda circunstancia y bajo todo régimen es el primero y último referente del poder político.

El modelo actual de explotación que desangra al país ha de ser caracterizado como un sistema de muerte. La deuda externa inventada y legalizada por gobiernos títeres como el actual ha sido endosada a un pueblo que debe reaccionar y procurar una suerte de juicio final contra la vieja clase política (FPV, PJ, UCR, PRO, CC…), partícipe de más de dos décadas de saqueo que el gobierno K pretende apuntalar con la Reforma Electoral en curso. Mario Mazzitelli, Secretario General del Partido Socialista Auténtico, marcó un precedente más que remarcable cuando en un reciente acto organizado en la localidad bonaerense de Haedo propuso la llamada a referendo bajo la pregunta de si la deuda externa debe ser investigada hasta las últimas consecuencias y verificada su ilegalidad o su improbable validez. Algo como eso deberá ocurrir. Porque mientras nuestro pueblo no acabe con la máquina mafiosa que hace negocios privados con el patrimonio de todos los argentinos el país seguirá a la deriva y su destino será una incógnita expuesta a decisiones tomadas en los pasillos de un poder partidocrático y fetichizado que en absoluto sirve ni entrega su vida al bien común y a la felicidad de la Nación.