(Crítica digital) Los que proponen la ley de Reforma Política, en 2003 se vieron beneficiados suspendiéndola y en 2006 la derogaron para elegir a la futura presidente a dedo. Por Pino Solanas.
Hoy el PJ y la UCR, corresponsables de estas décadas de honda crisis, vaciamiento, mediocridad y saqueo, buscan unirse para impedir que surja una nueva fuerza, nacional y federal, que pueda ser la tercera opción real en las elecciones de 2011. Enmascarado como modernización electoral, lo que se oculta es un pacto de gobernabilidad del modelo neoliberal que aún subsiste. Es lo viejo que se resiste a morir.
En políticas concretas, es el régimen de endeudamiento, la vuelta al FMI, la continuidad en la entrega de los recursos naturales y la impunidad sobre los graves delitos contra el patrimonio público.
Los mismos que ahora proponen esta Ley de Internas Abiertas, Simultáneas y Obligatorias en 2003 se vieron beneficiados suspendiéndola; en 2006 la derogaron para elegir a la futura presidenta a dedo sin pasar por internas; en 2007 recurrieron al robo sistemático de boletas; en 2009 a las listas testimoniales, colectoras y espejos, y hoy ante la seguridad de que con estas reglas de juego pierden en 2011, reinstalan la vieja ley como último intento de preservar el poder. Las reglas se adecúan conforme a los intereses coyunturales de los que gobiernan, con el consiguiente deterioro de la calidad institucional y la pérdida de credibilidad.
Una democracia se enriquece con la diversidad y la participación de todos. La propuesta de sesgar las minorías es una manifestación autoritaria. Conlleva una intención implícita de atribuir culpas y responsabilidades a los partidos pequeños cuando del fracaso es responsable el bipartidismo. En el marco de un deseo colectivo de democratización del sistema político y adornado con medidas correctas y de avanzada, se esconde un intento de proscripción.
Sí, queremos una reforma que democratice a los partidos, pero rechazamos las cláusulas discriminatorias que encierra el proyecto del gobierno nacional y que intenta proscribir la tercera opción, que se está construyendo con fuerza en toda la república.
Hay un pueblo que está esperando y que está cansado de optar entre Frankenstein o Drácula. Insistimos: alerta, argentinos. Impedir que se ejecute esta trampa es responsabilidad de todos.